Tener acceso al saber
La
lectura es ya en sí un medio para tener acceso al saber, a los
conocimientos formalizados, y por eso mismo puede modificar las líneas
de nuestro destino escolar, profesional, social. Gran número de los
chicos y chicas que se entrevistaron durante esta investigación en
barrios marginales franceses, expresaron la importancia que tenían para
ellos la lectura y las bibliotecas como medio para acceder al saber.
Llevar a cabo esta actividad puede ayudar a no caer en la marginación, a conservar un poco los vínculos, a mantener un dominio sobre un mundo tal cambiante, en el que la información escrita abunda. Muchas veces se considera al saber cómo la llave para alcanzar la dignidad, la libertad al igual que la búsqueda del sentido.
Apropiarse de la lengua
Segundo aspecto de la lectura, que se evoca con frecuencia: la lectura es también una
vía privilegiada para acceder a un uso desenvuelto de la lengua, esa
lengua que puede llegar a construir una terrible barrera social. La cual
es un pasaporte esencial para encontrar un lugar en la sociedad,
difiere de las que se hablan en familia, en la calle y conocerla bien le
garantiza a uno cierto prestigio
Las
personas que conocimos, rurales o urbanas, saben que sin una cierta
destreza para manejar la lengua no existe una verdadera ciudadanía. Y
que el iletrado es aquel que siempre necesita ser asistido. Aquel que,
al disponer de muy pocas palabras, pocos giros expresivos, es más frágil
ante los demagogos que aportan respuestas simplificadoras. Muchos de
nuestros interlocutores nos comentaron cómo el hecho de leer les
proporcionó justamente las armas para atreverse a tomar la palabra o
incluso rebelarse.
Construirse uno mismo
El lenguaje no es reductible a un
instrumento, tiene que ver con la construcción de nosotros como sujetos
parlantes. Lo que determina la vida del ser humano es en gran medida el
peso de las palabras, o el peso de su ausencia. Cuanto más capaz es uno
de nombrar lo que vive, más apto será
para vivirlo y para transformarlo. Mientras que en el caso contrario,
la dificultad de simbolizar puede ir acompañada de una agresividad
incontrolable. Cuando carece uno de palabras para pensarse a sí mismo,
su angustia, su coraje, no queda más que
el cuerpo para hablar; ya sea el cuerpo que grita con todos sus
síntomas, ya sea el enfrentamiento violento de un cuerpo con otro.
Círculos de pertenencia más amplios
La
lectura, tal como se la practica en la actualidad, invita a otras
formas de vínculo social, a otras formas de compartir, de socializar,
diferentes de aquellas en
que se apretujan todos como un solo cuerpo alrededor de un jefe o de
una bandera. Leer, es tener un encuentro con las experiencias de hombres
y mujeres, de nuestra época o de tiempos pasados, que pueden enseñarnos
mucho sobre nosotros mismos. Representa la apertura hacia círculos de
pertenencia más amplios, más allá del parentesco, de la localidad, de la
etnicidad.
Voy a citar a un escritor que conocía bien la pobreza; es Albert Camus, que escribió en El primer hombre: “La pobreza y la ignorancia hacían de la vida más difícil, mas
insípida, como encerrada en sí misma; la miseria es una fortaleza sin
puente levadizo”. La imagen de la fortaleza sin puente levadizo nos
recuerda hasta qué grado el encierro y el aislamiento son por lo general
parte del destino de los pobres. El horizonte de muchos habitantes del
campo de condición modesta, al igual que el horizonte popular urbano,
fue por mucho tiempo y lo es aun con frecuencia la familia, los vecinos,
“nosotros”. Mientras que el resto del mundo es “ellos”, y sus rasgos no
están muy bien definidos. Pero existen a veces puentes levadizos, como
son las escuelas y las bibliotecas municipales, las cuales pueden posibilitar salir de la vida estrecha del barrio.
La
lectura, de hecho, es una promesa de no pertenecer solamente a un
pequeño círculo, permitiendo romper con el aislamiento al facilitar el
acceso a espacios más amplios cuando no se encierra uno el espejo del
diario local. Permite
la apertura al otro, adoptando la forma de nuevas sociabilidades, de
nuevas formas de compartir, funcionando como una alternativa a las
pandillas.
Al
escuchar a los lectores que fueron entrevistados para esta
investigación, se da uno cuenta de que la reorganización de un universo
simbólico, de un universo del lenguaje a través de la lectura, puede
contribuir a que los jóvenes lleven a cabo un desplazamientos, reales o
simbólicos, en diferentes campos: desplazamientos en historial escolar y
profesional, que les permitan llegar más allá de donde hubiera podido
llevarlos la programación social; desplazamientos en la autoimagen; en
la manera de pensarse; en el tipo de relaciones que tiene con su grupo
social. La lectura contribuye a que esos jóvenes se hagan un poco más
sujetos de sus destinos y no solamente objetos del discurso de los
demás. Los ayuda a salir de los puestos prescriptos, a diferenciarse de
las imágenes estigmatizantes que los excluyen, pero también de los que sus allegados esperan de ellos.
Es así como en Francia, se está aprovechando el desarrollo de las bibliotecas municipales en barrios marginales, donde hay toda una “minoría activa” que intenta salir de los caminos preestablecidos que llevan a callejones
sin salida, a través de la frecuentación de las bibliotecas y de la
lectura. Las cuales permiten muchas veces a los jóvenes una
representación de sí más rica, más compleja.
Buscando evitar quedar expuesto a relaciones totalizadoras con una
banda, una secta, una etnia, una cofradía o una mezquita, que buscan
traer el remedio a la crisis de identidades, para la marginación
económica y política. Mediante la difusión de la práctica de la lectura, se crea un cierto número de condiciones necesarias para acceder a una ciudadanía.
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