viernes, 7 de septiembre de 2018

Petit Michele

Petit, M. (2011) Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. Fondo de Cultura Económica. México  
  
Tener acceso al saber  
La lectura es ya en sí un medio para tener acceso al saber, a los conocimientos formalizados, y por eso mismo puede modificar las líneas de nuestro destino escolar, profesional, social. Gran número de los chicos y chicas que se entrevistaron durante esta investigación en barrios marginales franceses, expresaron la importancia que tenían para ellos la lectura y las bibliotecas como medio para acceder al saber. Llevar a cabo esta actividad puede ayudar a no caer en la marginación, a conservar un poco los vínculos, a mantener un dominio sobre un mundo tal cambiante, en el que la información escrita abunda. Muchas veces se considera al saber cómo la llave para alcanzar la dignidad, la libertad al igual que la búsqueda del sentido.   
  
Apropiarse de la lengua  
Segundo aspecto de la lectura, que se evoca con frecuencia: la lectura es también una vía privilegiada para acceder a un uso desenvuelto de la lengua, esa lengua que puede llegar a construir una terrible barrera social. La cual es un pasaporte esencial para encontrar un lugar en la sociedad, difiere de las que se hablan en familia, en la calle y conocerla bien le garantiza a uno cierto prestigio  
 Las personas que conocimos, rurales o urbanas, saben que sin una cierta destreza para manejar la lengua no existe una verdadera ciudadanía. Y que el iletrado es aquel que siempre necesita ser asistido. Aquel que, al disponer de muy pocas palabras, pocos giros expresivos, es más frágil ante los demagogos que aportan respuestas simplificadoras. Muchos de nuestros interlocutores nos comentaron cómo el hecho de leer les proporcionó justamente las armas para atreverse a tomar la palabra o incluso rebelarse.   
  
Construirse uno mismo  
El lenguaje no es reductible a un instrumento, tiene que ver con la construcción de nosotros como sujetos parlantes. Lo que determina la vida del ser humano es en gran medida el peso de las palabras, o el peso de su ausencia. Cuanto más capaz es uno de nombrar lo que vive, más apto será para vivirlo y para transformarlo. Mientras que en el caso contrario, la dificultad de simbolizar puede ir acompañada de una agresividad incontrolable. Cuando carece uno de palabras para pensarse a sí mismo, su angustia, su coraje, no queda más que el cuerpo para hablar; ya sea el cuerpo que grita con todos sus síntomas, ya sea el enfrentamiento violento de un cuerpo con otro.   
  
Círculos de pertenencia más amplios  
La lectura, tal como se la practica en la actualidad, invita a otras formas de vínculo social, a otras formas de compartir, de socializar, diferentes de aquellas en que se apretujan todos como un solo cuerpo alrededor de un jefe o de una bandera. Leer, es tener un encuentro con las experiencias de hombres y mujeres, de nuestra época o de tiempos pasados, que pueden enseñarnos mucho sobre nosotros mismos. Representa la apertura hacia círculos de pertenencia más amplios, más allá del parentesco, de la localidad, de la etnicidad.   
Voy a citar a un escritor que conocía bien la pobreza; es Albert Camus, que escribió en El primer hombre: “La pobreza y la ignorancia hacían de la vida más difícil, mas insípida, como encerrada en sí misma; la miseria es una fortaleza sin puente levadizo”. La imagen de la fortaleza sin puente levadizo nos recuerda hasta qué grado el encierro y el aislamiento son por lo general parte del destino de los pobres. El horizonte de muchos habitantes del campo de condición modesta, al igual que el horizonte popular urbano, fue por mucho tiempo y lo es aun con frecuencia la familia, los vecinos, “nosotros”. Mientras que el resto del mundo es “ellos”, y sus rasgos no están muy bien definidos. Pero existen a veces puentes levadizos, como son las escuelas y las bibliotecas municipales, las cuales pueden posibilitar salir de la vida estrecha del barrio.   
La lectura, de hecho, es una promesa de no pertenecer solamente a un pequeño círculo, permitiendo romper con el aislamiento al facilitar el acceso a espacios más amplios cuando no se encierra uno el espejo del diario local.  Permite la apertura al otro, adoptando la forma de nuevas sociabilidades, de nuevas formas de compartir, funcionando como una alternativa a las pandillas.   
Al escuchar a los lectores que fueron entrevistados para esta investigación, se da uno cuenta de que la reorganización de un universo simbólico, de un universo del lenguaje a través de la lectura, puede contribuir a que los jóvenes lleven a cabo un desplazamientos, reales o simbólicos, en diferentes campos: desplazamientos en historial escolar y profesional, que les permitan llegar más allá de donde hubiera podido llevarlos la programación social; desplazamientos en la autoimagen; en la manera de pensarse; en el tipo de relaciones que tiene con su grupo social. La lectura contribuye a que esos jóvenes se hagan un poco más sujetos de sus destinos y no solamente objetos del discurso de los demás. Los ayuda a salir de los puestos prescriptos, a diferenciarse de las imágenes estigmatizantes que los excluyen, pero también de los que sus allegados esperan de ellos.     
Es así como en Francia, se está aprovechando el desarrollo de las bibliotecas municipales en barrios marginales,  donde hay toda una “minoría activa” que intenta salir de los caminos preestablecidos que llevan a callejones sin salida, a través de la frecuentación de las bibliotecas y de la lectura. Las cuales permiten muchas veces a los jóvenes una representación de sí más rica, más compleja. Buscando evitar quedar expuesto a relaciones totalizadoras con una banda, una secta, una etnia, una cofradía o una mezquita, que buscan traer el remedio a la crisis de identidades, para la marginación económica y política. Mediante la difusión de la práctica de la lectura, se crea un cierto número de condiciones necesarias para acceder a una ciudadanía.  
 

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